Jaime Lerner, alcalde de la capital de Paraná en tres ocasiones y gobernador de esa provincia, durante la entrevista con La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés
Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
Martes 29 de octubre de 2013, p. 36
La identidad de la gente con la ciudad, el sentido de pertenencia, la convivencia y la participación de los jóvenes son necesarios para hacer que las urbes sean más vivibles, indica el urbanista brasileño Jaime Lerner. No es posible una metrópoli de guetos, donde los servicios van por un lado, la gente rica por otro, los pobres más allá, sino que todo debe estar integrado, sostiene.
Su concepto de ciudad lo explica con la metáfora de la tortuga, ya que ésta es vida, trabajo y movilidad; además, su caparazón se parece a la tesitura urbana, entonces ¿qué ocurriría si cortáramos su cabeza? La tortuga se moriría
, responde. Y agrega que esto ocurre en muchas urbes del mundo, si se separan las funciones no ocurren cosas buenas, sino desastres
, agrega en entrevista con La Jornada, realizada durante su visita al Distrito Federal para participar en un ciclo de conferencias en la Universidad Iberoamericana.
Su interés por las urbes surgió de la realidad que le rodeó en su niñez, de ver pasar a los agricultores y trabajadores rumbo a la estación de tren y las oficinas de la municipalidad que estaban al final de la calle en la que creció y donde aprendió de la fantasía, con un circo que permaneció allí durante una década. Viví la ciudad
, recuerda frente a una taza de café en el vestíbulo del hotel donde se hospeda.
Incansable en su afán de encontrar mejoras urbanas, dice que el futuro es el transporte público. El éxito del modelo de movilidad que en la ciudad de México se conoce como Metrobús, y que surgió de su gestión como alcalde de Curitiba, capital de Paraná, se usa ya en 126 urbes del mundo. Esta ciudad es reconocida como un modelo en sustentabilidad. Lerner ocupó ese cargo en tres ocasiones, dos de ellas en la década de los 70 y la última fue entre 1989 y 1992. También fue gobernador de esa provincia dos veces, en 1995 y 2002.
–¿Qué sucede actualmente con las ciudades?
–En muchas hay condominios cerrados. Eso no es bueno. ¿Qué lógica tiene vivir en una ciudad lejos de la ciudad? Por ejemplo, aquí (en Santa Fe) todo está aislado. Hay desperdicio de energía, de tiempo y las cosas son más difíciles de resolver. Para hacer cambios en una urbe hay que tener voluntad política. Esto se logra con solidaridad, estrategia y una buena ecuación para transformar problemas en soluciones de corresponsabilidad. En Curitiba se logró todo esto, ahí se ve claramente una estructura de vida, trabajo y movilidad.
"La solución al transporte no está en el coche ni en el Metro. Está en todo: en esos dos, pero también en los camiones, en el taxi, la bicicleta... Hay que pensar en una integración de todas las posibilidades de movilidad. Si hay un autobús tiene que ser smartbus, o sea, un Metrobús, o como en París que se transformó la bicicleta en transporte público.
"Cada vez tendremos más transporte público individual. Nuestro equipo diseña lo que creo que es el coche más pequeño del mundo: el smartcar. La propuesta no es que no haya carros, pero para viajes y parta el ocio. Yo creo que dentro de unos años el coche será el cigarrillo del futuro. Hay que utilizarlo con cuidado."
–¿Cómo fue que usted ideó el transporte de Curitiba que dio lugar al Metrobús?
–Por una razón muy simple: no teníamos recursos. Antes se decía que cuando una ciudad se aproximaba a un millón de habitantes debía tener un Metro. Pensamos que no íbamos a poder tenerlo y nos preguntamos: ¿Por qué no en la superficie? Y comenzamos a ver que se podía hacer uno tan bueno o mejor que un Metro.
Dar esa calidad, en un carril exclusivo, con embarque rápido, mayor frecuencia entre autobuses, no esperar más de un minuto. Y empezamos a perfeccionar el sistema. Pronto pasamos de trasladar 50 mil pasajeros al día a 2 millones 500 mil. Y cada vez se puede mejorar. Pero no intento probar cuál sistema es mejor. La combinación de todos es muy importante.
–¿Usted ve que en la ciudad de México la movilidad es el principal problema?
–Es un gran problema. Aquí necesitan gente que preste servicios, pero quienes lo hacen tienen que viajar tres o cuatro horas a su lugar de trabajo, porque no hay vivienda más cerca. No soy ingenuo y no voy decir que todos deban vivir cerca, pero para que haya mejor convivencia en la ciudad es necesario que haya más mezcla.
Hacer una ciudad sólo para actividades económicas es una tontería. Las urbes tienen que avanzar como una estructura de vida, trabajo, todo esto junto.
–¿Qué haría a las ciudades más vivibles, amables?
–Yo digo que, además de la movilidad y la sustentabilidad, la convivencia. Uno no tira su retrato de familia, porque es uno mismo. La ciudad es nuestro retrato de familia, nuestra referencia. La presencia de jóvenes en la ciudad es muy importante. Cuando se piensa en revitalizar un área es pensar en volver a vivir. Incentivar la educación, salud, áreas verdes, sobre todo en la cultura, y dar oportunidad a la gente no sólo de trabajo, sino para que se exprese de todas formas.
La ciudad no debe ser pensada sólo para el transporte, la movilidad es una parte de ella, pero no lo es todo.
–¿Cómo ve a la ciudad de México?
–No quiero dar una opinión superficial porque no la conozco suficiente, pero cada vez que vengo está mejor. El transporte mejoró, el Centro Histórico está mucho mejor. También conozco Oaxaca, Mérida y Mazatlán, y lo que veo es que tienen una gran identidad cultural, es raro encontrar aquí una ciudad que no cuide esto. Lo que no existe todavía es el control del crecimiento, toda ciudad debe tener una estructura de crecimiento. ¿Por qué nos gustan las ciudades europeas? Por su mezcla de funciones, son lo que empezamos a abandonar hace tiempo, se pueden caminar.
Cada alcalde de las ciudades a las que voy siempre me habla de sus problemas: inundaciones, tránsito, estacionamiento, etcétera. Y les pregunto, ¿cuál es su sueño? Que no sea solamente la solución de los problemas. Una vez conversé con un gobernador en Rusia, cerca de Siberia, le pregunté esto y me respondió que su sueño era que los jóvenes de su ciudad no se fueran a Moscú. No sé si lo logró, pero tener ese sueño era importante
, concluye.