Los pagos de los trabajadores que se encuentran en retiro están asegurados, afirmó José Antonio González, director general de la institución, durante la entrevista con este diarioFoto Cristina Rodríguez
Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de octubre de 2014, p. 43
El dinero disponible en las reservas financieras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) alcanza para garantizar su viabilidad hasta 2017, y estamos tratando
de que se extienda hacia el futuro. Seguimos en terreno negativo
, pero se frenó el deterioro económico y hay esperanza
para el organismo. Todavía se requiere mejorar la calidad de los servicios y, al mismo tiempo, sanear la economía institucional. Todo, con los recursos disponibles, afirmó el director general del organismo, José Antonio González Anaya.
En entrevista, planteó que el trabajo de la actual administración se mantendrá concentrado en acciones internas. Nada que dependa de circunstancias fuera del ámbito del instituto, como las reformas legales planteadas en los gobiernos panistas.
Descartó modificar el régimen de jubilaciones y pensiones (RJP) de los trabajadores del Seguro Social, aunque es uno de los factores que presionan las finanzas del instituto, y garantizó los pagos de los empleados que ya se encuentran en retiro.
En la labor para sanear las finanzas, tampoco contempla el aumento de las cuotas obrero-patronales.
Sobre el frustrado proyecto para crear el sistema universal de salud, González Anaya dijo que el objetivo debe ser hacer efectivo el derecho a la salud que los mexicanos ya tienen garantizado en la Constitución y las leyes. La alternativa no es desaparecer instituciones, sino construir sobre lo que ya existe.
Se redujo el déficit
Enseguida la conversación con La Jornada:
–¿Qué implica el freno del deterioro financiero?
–Es un punto de inflexión. El déficit se incrementaba cada año; llegó a 24 mil millones de pesos. Lo redujimos a la mitad. Seguimos en terreno negativo, pero revertimos la tendencia.
–¿La viabilidad financiera del IMSS sigue en riesgo?
–Le hemos dado esperanza a la institución. No resolvimos el problema, pero tratamos de darle viabilidad financiera. Es difícil por el aumento en el gasto de la atención a cada vez más adultos mayores; nos enfermamos de cosas más caras, pero buscamos que no se traduzca en un deterioro financiero acelerado.
–¿Qué tanto peso tiene el RJP en el deterioro?
–El problema ya no crece por los cambios hechos en años anteriores, en las condiciones para el retiro de los nuevos trabajadores. La mala noticia es que desde ahora y hasta 2033, el problema es grande (porque alrededor de 300 mil empleados llegarán a la edad de retiro con los beneficios del RJP, que implica un salario equivalente a 130 por ciento respecto del que reciben los activos).
–¿Alcanza el tiempo para que el IMSS sobreviva?
–En eso estamos. Las pensiones de los trabajadores ya jubilados las vamos a honrar, y vamos a respetar los derechos de los trabajadores activos. No habrá cambios al RJP.
–¿Cuál es la situación de las reservas financieras, en particular del fondo laboral?
–El fondo laboral se agotó en 2013 y se está haciendo uso de las reservas que se tienen para los seguros, en particular para enfermedades y maternidad. El déficit se traduce en uso de reservas.
–El dinero del fondo laboral se tomó porque era la última opción para cumplir con los pagos del RJP. Ahora, ¿de dónde sale ese dinero?
–La mayor parte, del seguro de enfermedades y maternidad (SEM).
–¿Cómo se va a resolver el déficit del SEM?
–Con medidas que mejoren los servicios y saneen financieramente a la institución, en ese orden de prioridad. Es ser más productivos, eficientes y transparentes; que todos cumplamos nuestras obligaciones. El IMSS tiene estrategias como la receta resurtible (de pacientes con enfermedades crónicas controladas que se surten cada tres meses); la eliminación de algunos trámites y la digitalización de otros, la inversión en prevención de enfermedades, incluso en las empresas.
–¿Hasta dónde se puede reducir el déficit con estas acciones?
–La disminución no es un objetivo, sino mejorar el servicio de manera financieramente sustentable. Ello dependerá de cómo evolucionen los gastos de salud y de cómo crezca la economía. Tratamos de dar al IMSS una visión más grande y no estar con que se terminan las reservas en dos años.
–¿Ya no hay tiempo límite?
–Todavía. Al ritmo en que proyectamos el uso de las reservas hace seis meses, tenemos recursos hasta 2017. Espero mejorar el escenario.
–Los gobiernos anteriores plantearon impulsar cinco acciones, entre ellas incrementar la aportación del gobierno federal y recursos para seis enfermedades de alto costo. ¿Ya no se requiere?
–Vamos por medidas que están a nuestro alcance y hacer un mejor uso de los recursos que tenemos. Además, esta es una institución tripartita: trabajadores, empresarios y gobierno federal. Todos tenemos que ponerle para mejorar la situación. Por ejemplo, la gente siente que se vale darse de alta en el IMSS después de que se enfermó.
–¿Qué tanto ocurre?
–Son pocos, pero hacen diferencia porque el costo de una persona con cáncer o diabetes es altísimo. Y la prima de seguros está calculada para que cotices toda tu vida.
–¿A los patrones qué les toca?
–Cumplir con las cuotas. No estamos pensando aumentarlas, pero sí buscar que todos cumplan con sus pagos.
–Sobre el proyecto del sistema universal de salud, ahora detenido, ¿qué no le gustó?
–Legalmente ya está el derecho a la salud desde la Constitución. Se tiene que hacer efectivo. Para eso son estas medidas y, sobre todo, trabajar con el resto de las instituciones de salud en intercambiar servicios. Ya se hace en Baja California Sur y Querétaro.
–El proyecto de la Secretaría de Salud (Ssa) también promovía terminar con la segmentación de los servicios y crear un fondo único de recursos económicos.
–Hay muchas maneras de hacerlo. El sistema debe construir sobre las grandes instituciones que tiene el país, como el IMSS, el Issste y el Seguro Popular; no desaparecerlas, sino fortalecerlas y garantizar un acceso efectivo a los servicios a todas las personas.
–Una parte de los afiliados al IMSS no hace uso de sus servicios por la saturación y desabasto de medicamentos. ¿Es un problema?
–Nos falta mucho por hacer. Conforme mejoren los servicios aumentará la demanda. Eso dice la experiencia internacional. Y ya pasa. Liberamos 7 millones de espacios, pero seguimos llenos. Son 7 millones más de pacientes atendidos.
–¿Cuál es el nivel de abasto? Las quejas por carencias son constantes.
–Damos medio millón de consultas diarias, las cuales se traducen en igual número de recetas. Seguro hay quejas. Si fuera uno por ciento, son cinco mil que no reciben sus medicinas. El sistema es tan grande que aún un porcentaje pequeño es un montón. Aspiramos a tener el abasto al máximo.
–Sobre la eliminación del trámite de pensionados para acreditar su sobrevivencia, ¿cómo se garantizará que no haya pagos indebidos?
–Hay varias maneras con el uso de la tecnología. Una es el reconocimiento de voz a través del teléfono; es como la huella digital. Habrá varias opciones en línea. Iniciamos en enero y en el transcurso del año se irán ofreciendo las alternativas.
–Con todo esto, ¿cómo ve el futuro de la seguridad social?
–Mi reto es tener un IMSS más fuerte, sólido, con mejores servicios y enfocado hacia la ciudadanía. Hay mucho trabajo de por medio.
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