Hernán González G.
R
ecuperado el camino por los que saben, ¿cuál es el nuevo peligro para México
? La falsa democracia, la impunidad y el atolondramiento colectivo, donde niños y ancianos siguen a merced de las instituciones, es decir, del antiservicio, y sus inobservados derechos son compartidos con los de los animales. Así, en el teléfono del Inapam o Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (56 34 88 90), una grabación invariablemente contesta: Lo siento, esta línea está ocupada
. Y hágale como quiera, podría añadir.
El sistema económico se empeña en ver la salud, la enfermedad y la muerte sólo como un negocio más –la farmafia asesina, le empiezan a decir–, mientras los gobiernos asumen éstas como fastidiosa responsabilidad sin reflectores ni obras de relumbrón, pues crear centros deportivos, hospitales e instituciones de servicio es menos rentable que entreguistas asociaciones petroleras.
El Inapam, no obstante estar involucradas las secretarías de Desarrollo Social, Gobernación, Hacienda, Educación, Salud, Trabajo, el DIF, el IMSS y el Issste, dista mucho de realizar sus funciones con eficacia y calidad... de contar permanentemente con la disposición para desarrollar procesos de mejora continua, modernización y optimización de recursos públicos
, pues en los hechos el concepto de servicio a los adultos mayores no le queda claro.
En el presuntuoso estado de México, con algo de piso elevado pero cráteres lunares en la planta baja, el módulo ubicado en la Vía López Mateos frente al CCH Naucalpan, es una perla de la corona burocrática: peligrosa ubicación, pocas sillas, pésimo ambiente, atención lentísima –dos y media o tres horas para entregar una credencial–, formatos poco sencillos, empleados impacientes, horarios reducidos de 9 a 13:30 horas de lunes a viernes como si los viejos no tuvieran nada que hacer y, en la era de las tecnologías de la información y la comunicación, dos máquinas de escribir ¡mecánicas!
Cuquita, de 79 años, refiere: "Como vivo en San Mateo Nopala me levanté desde las cuatro, llegué al Inapam a las seis y me senté en la banqueta hasta que abrieron. La hija de una señora me llenó el formato, pues tengo cataratas y no traía pluma, como a las dos horas pregunté cuánto más tendría que esperar y la señorita me respondió siéntese, yo la llamo
, y al cuarto para las 11 me dieron la credencial con la que me van a rebajar el 5 por ciento en medicinas".
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