Angeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Sábado 3 de agosto de 2013, p. 35
Debido a la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad en México, con 70 por ciento de los adultos en esta condición, también aumenta la frecuencia de la esteatohepatitis no alcohólica –hígado graso no relacionado con el alcohol–, la cual después de 20 años puede evolucionar a cirrosis, de la misma manera que con un alcohólico, advirtió Juan Francisco Sánchez Avila, coordinador de la Clínica de Hepatitis del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
En entrevista, el experto comentó que hasta hace 20 años, no se hacía caso de este padecimiento. No tenía mayor relevancia porque era poco frecuente que llegaran pacientes con hígado graso sin el antecedente del abuso en el consumo de alcohol.
Actualmente, los médicos ya saben que gran parte de los casos de cirrosis hepática de origen desconocido corresponde a personas que durante unos 20 años fueron obesos, viven con diabetes, hipertensión arterial o tienen un mal manejo de las grasas en sangre.
Esos 20 años que comentó el doctor Sánchez Ávila coinciden con el periodo en que aumentó la prevalencia del sobrepeso y obesidad en el país, de acuerdo con las estadísticas oficiales.
Ahora, dijo, los médicos buscan el padecimiento en sus pacientes, sobre todo si presentan algunas de las enfermedades asociadas. La alteración del hígado es un dato más para la historia clínica y eventualmente para un diagnóstico de la esteatohepatitis no alcohólica.
Alrededor de 20 por ciento de los casos de la enfermedad evoluciona a cirrosis hepática, de la misma manera que ocurre con las personas alcohólicas. Este padecimiento, a su vez, representa la cuarta causa de muerte en el país.
Sánchez Ávila comentó que todavía no existe una guía de atención clínica del hígado graso no relacionado con el alcohol, pero un grupo de expertos ya ha elaborado algunas recomendaciones básicas aunque limitadas al diagnóstico.
Dijo que el tratamiento del hígado graso requiere de una manejo multidisciplinario y, principalmente, el control de los padecimientos asociados; es decir, las personas deben bajar su peso corporal, tener un control estricto de niveles de glucosa, presión arterial y dislipidemias.
Otro aspecto relevante para el manejo del hígado graso es que los pacientes realicen ejercicio físico y, en los casos más graves, de individuos cuyo índice de masa corporal esté por arriba de 35, la alternativa puede ser la realización de una cirugía bariátrica para que logren reducir su peso.
El especialista aseguró que el trastorno de hígado graso es reversible en estos casos, pero la persona tiene que cambiar su estilo de vida y llevar un control estricto de sus otros padecimientos
.
Además de la guía de manejo clínico de la esteatohepatitis no alcohólica, se requiere ampliar los mecanismos de información hacia los médicos, a fin de que busquen intencionalmente los datos de trastorno en el hígado de sus pacientes.
Comentó que las asociaciones médicas están haciendo su tarea, en los congresos de endocrinología y enfermedades del metabolismo ya hay presencia de hepatólogos y viceversa. Esto no pasaba antes, puntualizó Sánchez Ávila.
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La obesidad y el sobrepeso generan casos de cirrosis en personas no alcohólicas
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